viernes, 8 de julio de 2011

Yo me bajo en Moncloa.

"A mitad de camino entre el infierno y el cielo...
yo me bajo en Atocha, yo me quedo en Madrid."


 
El gran Sabina nos deja una descripción brillante, transparente, de la ciudad de Madrid en su bella canción “Yo me bajo en Atocha”. La estación Atocha, tristemente célebre por el atentado que allí se llevó a cabo el 11 de marzo de 2004 (el fatídico 11M), en lo que fue el ataque terrorista más sangriento que jamás había vivido España, es un gran punto de partida (y de llegada) para empezar a conocer Madrid. Pero si hablamos de una estación importante, mi estación no es Atocha. Mi estación es Moncloa, desde hace ya más de un mes. Yo me bajo en Moncloa, y ahí me encuentro con Madrid, con su gente, sus personajes, y ahí regalo, junto a los muchachos de Vale Cuatro, nuestra música, ese mensaje que prescinde de traducción, ese nexo que te une con la gente por un instante, que te devuelve una sonrisa, una moneda, un aplauso, o una simple mirada. Y que es mágico.

Todo comenzó allá, a mediados de mayo, cuando decidimos ir a tocar al metro con Luchi, dúo de saxo y guitarra, como para emplear útilmente nuestras tardes, que se volvían un tanto monótonas en Villalba y, por qué no, para ganar algo de dinero. En una semana recorrimos un par de estaciones, en algunas nos dejaban tocar, en otras nos sacaban cagando y así, probando, nos fuimos quedando a tocar en Moncloa, donde pedimos permiso y la gente de seguridad accedió muy amablemente. Después se animó Fito, empezó a ir a tocar con saxo solo y también, se vio cómodo en dicha estación. En fin, la cosa es que a las dos semanas, fuimos ensamblándonos de a poquito, y terminamos siendo los cinco músicos ahí metidos entre la máquina expendedora de boletos, y la de refrescos. Una guitarra amplificada, un bajo eléctrico (obviamente amplificado también), un cajón flamenco, saxo alto y saxo tenor… toda una orquesta sonando ante el mismo personal del metro al cual, 15 días antes habíamos encarado tímidamente con Luchi preguntando “le molesta si tocamos unas canciones en aquel rincón?? Sólo somos un guitarrita acústica y un saxo…”.

Empezamos a tocar unos tangos y algunas canciones que veníamos preparando para los shows, y poco a poco el repertorio comenzó a ampliarse con música de películas, algunas bossa novas, temas de los Beatles, unas milongas, etc. Un repertorio para todos los gustos. Y también empezaron a pasar cosas. Toda clase de cosas.

Un día pasó un flaco con cara medio de hippie. Estábamos tocando Let it be, de los Beatles. El chabón se plantó frente al grupo, se le dibujó una sonrisa de oreja a oreja en la cara, agarró el celular y llamó a alguien. Estaba emocionado, ponía el celular apuntándonos, como para que su interlocutor/ra escuchara la canción. El loco estaba contento, como si tuviera adelante al mismísimo Lennon, o a McCartney, o a ambos, no se. Terminamos de tocar, el loco tiró todas las monedas que tenía en nuestro estuche de saxo-recipiente de monedas y nos agradeció 3 veces. Se fue cantando con la cara llena de risa. Ese mismo dia, llegó una chica en silla de ruedas. Aportó sus monedas, se retiró un poco hacia atrás y ahí se quedó. Calculo que no menos de media hora, escuchando al grupo tocando, con una sonrisa en el rostro y la mirada perdida, pensando quién sabe en qué. La gente pasaba apurada para todos lados, corriendo para no perder la combinación con su bus o su metro, y ella ahí, desconectada de todo. Cuando lo creyó conveniente, se acercó nuevamente a nosotros, nos agradeció, nos saludó con la mano y se fue.
En otra ocasión, vino a vernos una chica grandota que ya habíamos visto un par de veces, que cuando pasaba por ahí siempre se quedaba a escuchar, por lo menos, uno o dos temas completos. Esta vez, se sentó en frente del grupo, un poco alejada a un costado, y se quedó escuchándonos yo calculo que cerca de una hora. En un momento, toma coraje, se acerca a nosotros y nos dice, con un acento de algún idioma que tenía muy poco que ver con el español, “podrían repetir la canción que hicieron recién?”. Esa canción era Libertango, de Astor Piazzolla. “Cómo no?” contestamos y a la cuenta de cuatro, arrancamos. La mina se sacó la campera y sin mediar palabra arrancó a bailar, así tipo free dance, empezó a improvisar una coreografía en la galería del metro, frente al grupo. Obviamente pasaba gente a rolete, era un horario pico para el metro pero a la mina no le importó nada, estaba ahí, ensimismada bailando y sintiendo la música. Se acercaron un par de guardias de seguridad pero no le dijeron nada, sólo la miraban, mientras no entorpeciera el paso de la gente, no estaba haciendo nada malo. Terminó la canción, terminó la danza. Se volvió hacia nosotros, se disculpó con un “es que hace mucho que no bailo, antes lo hacía mucho mejor, muchas gracias por repetir la canción para mí”. Recogió sus cosas y se fue. Y nosotros… what the fuck??
Otra tarde se acercó un viejito de más de 80 años con su señora. Entre tema y tema le preguntamos cómo se llamaba, porque estaba ahí, petrificado escuchando la música. Jesús Valles Martínez, nos dijo. Bueno Jesús, este valsecito  es para usted, le dijimos, y empezamos a tocar Palomita blanca. Jesús se acercó bien adelante nuestro, a un metro de nosotros, y su mujer lo seguía, llevándolo del brazo en el que no llevaba el bastón. A medida que el tema tomaba ritmo, él empezaba a sonreír, y a marcar el típico ritmo del vals (tun cha-cha, tun cha-cha) con el bastón en el piso. Empezó a bailar, apenas se movía, pero empezó a bailar, y el ritmo siempre con el bastón. Su señora, le tiraba del brazo, y lo miraba, como para regañarlo… y él, nos miraba fascinado, sonriendo inmutablemente y los ojos celestes se le empezaron a llenar de lágrimas. Nosotros ahí, tocando sin parar y empezando a mirarnos entre nosotros. Terminó la canción. Mientras Jesús se limpiaba las lágrimas, su señora nos explicó que luego de un accidente, él apenas decía su nombre y no muchas palabras más… Dejó un billete de 10 euros en el estuche lleno de monedas, nos agradeció: “Él casi no habla, pero cuando escucha música es feliz… gracias por regalarle este momento…” Se fueron, del brazo, como dos novios en el altar, con pasitos cortitos. Nosotros nos miramos, y apenas dijimos alguna expresión corta, tipo “wow”, o “mierda…” (cuando tenés un nudo en la garganta y los ojos vidriosos, mejor no hablar mucho, no?...)


Y así, día tras día, fueron pasando cosas y gente y personajes, como José, el sesentón que un día pasó y se nos unió cantando What a wonderfull world y My way (y ahora cada vez que pasa se hace el tirito a ver se canta alguna otra), la chica de sombrero que vió nuestro cartel que dice “QUE SERÍA LA VIDA SIN MÚSICA?”, y cuando pasó de vuelta para el otro lado, nos dejó una tarjeta escrita con su respuesta a esa pregunta retórica, o Ester, la señora que nos escuchó tocar una canción y al otro día nos llevó a tocar a sus bodas de plata en Torrelodones, o el loco que tiró una moneda desde la escalera mecánica (a unos 10 o 15 metros desde donde tocamos) y la embocó en el estuche, o la señora que nos dejó una moneda y como le pareció poco, dio vuelta el monedero y lo vació completo encima del estuche, o Joel, el muchacho que pasó mientras tocábamos Yesterday de los Beatles, se volvió hacia nosotros y se largó a llorar. Pero a llorar de enserio, con llanto, grito, y terminó arrodillado en el piso llorando. Paramos el tema, no entendíamos nada. Estás bien? -le preguntamos- te podemos ayudar en algo?. No… es que me emociona mucho, por favor sigan tocando, contestó. Seguimos tocando y el flaco siguió llorando a moco tendido, ahí arrodillado. Terminó el tema, le ofrecimos un poco de agua. Nos agradeció, con los ojos rojos. Y se fue, pero para el mismo lado por donde había venido. Y nosotros, nuevamente… “la puta madre!”


La cereza del postre llegó el día que estábamos tocando, una vez más Let it be, de los Beatles y se nos acercó un grupo de unos 20 jóvenes, acompañándonos cantando la canción. Cantando muy bien. Como vimos que les gustó mucho esa, seguimos con algo del mismo palo y arrancamos a tocar Stand by me. Ni bien arranca el tema, vimos que se empezaron a acomodar entre ellos, a mezclar de una manera diferente a la que estaban. Lo que estaban haciendo era ordenarse por voces, ya que, como comprobamos un instante después, eran un coro. Empezaron a cantar Stand by me, con un arreglo a voces, una locura. Cantaban muy bien, y el arreglo estaba buenísimo. Seguimos tocando y terminamos la canción todos juntos. Se empezó a parar gente a ver el espectáculo, se acercaron los guardias de seguridad porque ya el pasillo estaba lleno de gente y hasta un fotógrafo que pasaba por ahí, aprovechó la volada, armó su trípode y tomó un par de fotos del momento. Terminó el tema con el coro prácticamente cantando solo, explotó el aplauso y antes de despedirse nos dijeron "Ahora les podemos regalar una canción a ustedes??". Y ahí nomas se despacharon, a capella, con una canción bellísima, con un arreglo excelente. Nos encantó, quedamos "flipados", como dicen acá.


Hoy, viernes 8 de julio, es nuestro última tarde de música en Moncloa. El domingo nos despedimos de Madrid y partimos hacia Alicante a seguir allá con la gira. Nos espera todo un desafío y la incertidumbre que te da caer en un lugar nuevo, la misma incertidumbre que teníamos el día 1 en Madrid. Atrás quedarán el espacio entre la máquina de boletos y la de refrescos, y su calor característico, el personal del Metro con su buena onda, la gente que pasa apurada y la que se queda parada indeterminadamente, el hombre que vende portadocumentos (al que bautizamos Pantriste, por su cara de alegría...). Y los recuerdos imborrables de la gente, como Jesús, la chica que bailaba, la chica de la silla de ruedas, los pulgares arriba de la gente, los gracias y las sonrisas. Nos queda la experiencia de haber estado tocando en el Metro de Madrid, uno de los más importantes de Europa, y la satisfacción de haberle regalado a alguien una canción, de haberle sacado una sonrisa, de haberle traído a la mente un recuerdo o simplemente de haber llenado los pasillos del metro de Moncloa con nuestra música. Después de todo... qué sería la vida sin música?











jueves, 9 de junio de 2011

Una noche a puro rock y sol...

(Esta entrada la empecé a escribir la semana pasada pero bueno, por problemas de tiempo y conexión a internet no la subí. Aquí va ella, un poco tardía, pero en fin...)

La noche del sábado pasado fue realmente particular. Todo comenzó un par de días antes, cuando nos enteramos que los dueños de la casa en la que vivimos, la iban a necesitar.  Había una situación de festejo, de un cumpleaños en la familia creo, y bueno, iban a necesitar utilizar dichas instalaciones. Obviamente esto ni se charló, demasiado afortunados somos de estar viviendo acá de onda, así que dijimos “Ok, el sábado debemos ver dónde pasamos la noche”. A rockearla, como solemos decir nosotros.

Daba la casualidad de que el sábado, teníamos fecha con Mama Santa en un bar, así que salimos a la tarde con todo el equipo para el show, y ya no regresaríamos a casa hasta el domingo a la tarde.
Poco después de las 23 hs y luego del pitido final que colocaba al Barcelona como campeón  de la  Champions League, con un resultado de 3 a 1 contra el Manchester United, comenzó el show de Mama Santa en el Brewer Irish Tavern, un bar con estilo irlandés, muy bonito de la ciudad de Villalba. El recital estuvo muy bueno, mucha gente, una muy buena vibra de parte del público, y nosotros disfrutando a full de cada momento. Un show memorable.
Luego de tocar, terminamos de desarmar  todo, guardamos en el bar todo nuestro equipamiento con el permiso de su peculiar dueño, el Marqués, y partimos hacia Madrid.

Durante el viaje en colectivo hacia la gran capital, nos inquietó un poco ver que empezaba a llover. Digamos que la lluvia no es un fenómeno meteorológico que suponga tanta peligrosidad, eso todos lo sabemos, pero cuando no sabés dónde vas a pasar la noche, ver que empieza a llover no es algo que pase desapercibido. Por suerte al llegar a nuestro habitual punto de conexión con Madrid, la estación Moncloa, la lluvia ya había cesado.  La noche iba a ser larga, por lo tanto la tomamos con calma y nos dispusimos a buscar un barcito para comer algo. Fuimos a parar a una especie de fast food de un argentino. Un lugar pequeño, donde había bastante gente y que estaba atendido por su propio dueño, Javier, un caradura argento del conurbano bonaerense que te tomaba el pedido, te lo alcanzaba, te cobraba y te chamuyaba. El loco era un show, un ladri que hablaba en todos los idiomas, a lo indio, pero todo el mundo se iba contento con la simpatía del sudamericano y con el tuje roto. Nos comimos un sanguchito cada uno y un porroncito de cerveza “Quilmes” (que no parecía Quilmes ni en pedo) y nos salió como si hubiéramos comido rabas en Puerto Madero más o menos. (Puede ser que esté exagerando un poco, pero en fin… nos salió más caro de lo que esperábamos).

Luego de nuestra cena tardía fue que presenciamos una de las cosas más indignantes que hemos visto desde que estamos acá  (si bien escuchar al turro del fast food hablar en inglés, en italiano y en portugués, con una pronunciación tipo Roberto Quenedy es bastante indignante, lo que pasó después fue mucho peor). Íbamos caminando por una calle y vemos que afuera de un boliche había quilombo. Cuando nos acercamos comprobamos que era lo que sucedía. Una mina de unos veintipico de años, con la camiseta del Barcelona y un pedo atroz, estaba bardeando a un pelado de un metro ochenta por lo menos, en apariencia 3 horas de gimnasio por día y una cara de nazi que daba miedo. La minita le decía huevadas, no escuché bien, pero ponele que le dijera “El Real Madrid se la come, el Barza se la dá”, o algo por el estilo, lo agitaba mientras blandía su camiseta del flamante campeón de la Champion League. El chabón se plantó en posición de pelea y la miraba feo, los amigos de la mina se la llevaron, mientras ésta seguía insultando al pelado. Cinco minutos más tarde, cuando parecía que todo había terminado, vemos que se arma quilombo en la otra esquina, lugar para donde justamente íbamos caminando nosotros. En el camino nos cruzamos de frente al pelado con cara de neo-nazi, con tres amigos más, igual de pelados que él e igual de corpulentos. Iban airosos por la calle, con andar violento. Diez metros más adelante, vemos que había un bulto en el piso, en medio de la calle y nos encontramos con el cuadro menos esperado. La minita con la camiseta del Barza, tirada en el piso con la nariz rota de una patada y chorreando sangre a rolete. El muy hijo de puta la había cagado a palos. Estaba sola la mina, y corrimos a socorrerla. Yo tenía una botella de agua en la mochila y entre todos le lavamos la cara e improvisamos unos tapones para la nariz. Al toque se acercaron unos pibes de una bar de al lado, el chabón de seguridad y lo que creo que era una amiga de la flaca, llorando. Llamaron a la ambulancia y a la policía y al rato se la estaban llevando al hospital.  Cuando se marcha la ambulancia y todo vuelve medianamente a la normalidad, vuelven a aparecer los milicos diciendo que ya habían apresado a los agresores dos cuadras más adelante.
Una locura, yo no lo podía creer. Lo peor de todo es que al otro día, le comentamos de lo sucedido a unos flacos madrileños y nos respondieron que no les parecía nada de otro mundo, que son cosas que suelen suceder cuando de futbol se trata. Lamentable.
Luego de dicho suceso, la noche seguía avanzando y llegamos a la Puerta del Sol, la plaza más importante y representativa de Madrid. En dicho lugar, como probablemente se han enterado por los medios de comunicación, se lleva a cabo una acampada de protesta, organizada por el movimiento 15-M, mediante la cual, se reclaman un montón de cosas y se expresa la disconformidad con un montón de otras, de parte de la gente común, y dirigida hacia el poder. La acampada es popular, ahí mismo te informan acerca de qué es lo qué se reclama, qué se puede hacer para apoyar el movimiento, etc. Lo que era una plaza súper turística cuando llegamos a Madrid, de repente se convirtió en un súper campamento de protesta, lleno de gente y repleto de carteles, pancartas, señales, y todo lo que se te ocurra que tenga un contenido político (o apolítico, mejor dicho). Y bueno, a decir verdad, era el lugar ideal para quedarse a pasar la noche, seamos sinceros. Así fue que, luego de dar varias vueltas a la plaza y enterarme de qué se trataba todo eso, o al menos gran parte de eso, conversando con varios de sus protagonistas, decidí quedarme a dormir en un pequeño sillón individual que encontré por ahí libre, en el sector denominado “biblioteca”, de la acampada de Sol. Pedí permiso a unos flacos que estaban en los sillones aledaños, me lo dieron con mucha amabilidad y, de hecho, me preguntaron “vas a estar cómodo allí?”, y yo, mostrándoles un pedazo de cartón que traía en la mano, tipo esos “cubre-sol” para el parabrisas del auto que te dan en la costa, les digo “flaco, pensaba dormir arriba de esto, así que calculá que este sillón es un lujo para mí…”. Los chabones se rieron y me desearon un buen descanso y que cualquier cosa que necesite les avisara. Unos copados los gallegos. Entonces, ahí nomás me acomodé en el sillón, me tapé con la campera, tapones en los oídos y a dormir. Dos horas y veinte minutos después me despertó un chabón, diciendo que ya era hora de levantarse y, mientras me mostraba un gran escobillón, me dice “arriba, que el día ya comenzó en Sol y que debo barrer donde tú te hallas, hombre”. Y bueno, qué le iba a decir…?

-“No, flaco, la puta madre, dejáme dormir un rato más, mientras barré en el sector de las asambleas, que hasta las 12 no se hace nada…”

No daba, así que le dije “Buen día maestro, bancame un segundo que reacomodo las ideas y me levanto”. Y sí… por lo bajo le dije “la reconcha de tu madre forro, qué te costaba dejarme dormir un toque más”.
En fin, así arrancó mi domingo, en Sol, obnubilado por la organización que tenía esa protesta autoproclamada (hasta había gente que se encargaba de barrer y limpiar apenas arrancado el día), desayuné café con leche en una carpa donde, obviamente, daban de desayunar gratis, y me dispuse a comenzar el día así, habiendo de alguna manera participado en ese movimiento tan importante, informándome acerca de su significado y siendo parte de los cientos, miles de tipos que ahí estaban resistiendo, o al menos, haciendo algo, acampando, aportando su punto de vista, compartiendo ideas...participando.
Pasé la tarde ahí, en Sol, reencontrándome con la muchachada, cada cual había pasado la noche como pudo, durmiendo poco, enterándose de mucho. Comimos unos "bocatas" (sánguches, para los amigos), nos fuimos caminando hasta Plaza España, a tirarnos a dormir un rato la siesta al solcito y a la tardecita emprendimos la retirada hacia la casa en Villalba, donde por primera vez nos encontramos con los dueños de la casa, que nos esperában allí para presentarnos formalmente. Mucho gusto, encantado... muy linda la casa, ,muchísimas gracias. Saludos, despedida y todos adentro. Nueve de la noche.
-Tomamos unos mates?
-Dale... estuve todo el día con ganas de tomar mates.
-Joya, poné el agua...
-... mmm, che estoy reventado, no dormí una mierda...
-Yo tampoco... vamo' a dormir?
-Dale, ya no estamos pa' estos trotes...
Y así fue que luego de una noche a puro rock y Sol, nos reencontramos con nuestras camas. Poco más de 24 horas después... pero, qué 24 horas...!









viernes, 20 de mayo de 2011

Los españoles hablan español y los argentinos... argentino.

Cuando uno nos pregunta en qué idioma hablamos o, por ejemplo, cuando uno hace un curriculum pone  “Idioma: Español nativo o español experto, o algo así”. De hecho cuando estudiamos o queremos hablar en otro idioma uno dice “I speak spanish” para el inglés, o “parlo spagnolo” si fuera que uno debe decirlo en italiano, y así. Cuando uno arriba a la madre patria, la cuna de este bello idioma, se da cuenta poco a poco, o mejor dicho, de golpe, que nuestro idioma dista bastante (y supongo que cada vez más) del español. Uno tendría que empezar a decir “yo hablo en argentino”, así nomás.
La diferencia no está sólo en las palabras, obviamente también se encuentra en las distintas expresiones y hasta en las costumbres, que eso no tiene que ver directamente con el dialecto, pero me permito mencionar algunas cositas acá.
Empecemos por la forma diferente de llamar a ciertas cosas. Hace unos 20 días que estoy acá, y quizá sea apresurado hacer una  lista de cosas que se llaman diferentes, ya que dentro de 20 días más, seguramente voy a tener el doble, porque  uno va conociendo de estos ejemplos día a día, pero en fin, hay algunas que me llaman la atención.
Ni bien uno arriba al país, se puede encontrar con una diferencia tan pronto como le acudan las ganas de ir a al baño. Acá los baños les llaman “aseos” y al inodoro “váter”.  Si le preguntás a alguno donde queda el baño te puede decir, por ejemplo:
-Que debes seguir  todo derecho y al final a tu izquierda verás un letrero que pone “Aseos”
Y ahí nomás ya tenes un par de diferencias: en lugar de baño, aseos; en lugar de un cartel que dice, un letrero que pone (nunca te van a decir que un letrero “dice”, siempre que “pone”) y una regla de oro para los gallegos: El 90 % de sus acotaciones empiezan con la preposición “QUE”.
 A parte de la diferencia del toilete, también nos encontraremos con cosas de uso diario que se llaman diferente: a la garrafa le llaman “bombona de butano”, al inflador, le llaman “bomba de hinchar”, a la esponjita para los platos, esa que es verde de un lado y amarilla del otro, le llaman “salvauñas”, a trabajar le llaman “currar” (en Argentina también le llamamos así, pero sólo en ciertas ocasiones…). Por ejemplo el otro día llamé a un flaco para arreglar una fecha con la banda y me dice: “es que ahorita mismo me pillas medio liáo, que estoy en el curro y que vamos, que esto es una locura”. Uno de nosotros habría dicho “llamame mas tarde que estoy re enquilombado, flaco”. No sé, me parece que es más simple así, no?
También tienen un problema para interpretar nuestra “ll” de “lluvia” o nuestra “y” de “mayo”. Para nosotros suena igual, suena a “sh”, pero nos ha pasado de decir por ejemplo “tocamos en mayo en Collado Villalba”… lo que uno de nosotros leería, fonéticamente, en masho, en Coshado Vishalba. Los chabones, a veces te miran como si hablaras en otro idioma y te corrigen “en maio, en Coiado Vihialva”. Y uno lo mira como diciendo, la concha de tu hermana, si me entendiste lo que te dije... A veces el problema es ése, no le ponen onda para entender lo que uno quiere decir.
Demás está aclarar que no quiero caer en hacer chistes con el verbo “coger”, que acá se usa de manera muy diferente que allá, pero voy a ser sincero al decir que en ciertas ocasiones, cuando el sector del cerebro en donde conjugamos los verbos se encuentra distraído, quizá adormecido de momento, de repente se puede espantar al escuchar ciertas frases. Por ejemplo, en determinada situación te podrían decir, sin temor a la vulgaridad, una frase como: “si te apetece puedes coger dos hermanas y acabar en la latina”. Uno por un instante, puede sentirse incómodo, hasta sonrojarse y tragar saliva antes de reaccionar y comprender que lo que le están indicando es que, desde un lugar en particular, pongamos como ejemplo en este caso, desde la estación de subte (como ya dije antes, le llaman metro) Tirso de Molina, si uno quiere puede “tomar” la calle “Dos Hermanas” para “llegar” al barrio de “La Latina”.
También en la red de metro hay una estación que se llama Concha Espina, y ahí ya está… todo el respeto a la lengua madre se te va a la mierda. Es inevitable imaginarse cosas con ese nombre tan llamativo, yo, de hecho, me imagino ciertas cosas pero, no se, tengo miedo que alguien las malinterprete y por lo tanto no las expondré. De hecho creo que cada cual, en su imaginación o en su lista de recuerdos asociaría este nombre de estación con alguien. No deberían permitir que una estación se llame así, por respeto a la lengua nomás.
Por último puedo comentar una serie de costumbres, hábitos y actitudes que para nosotros son raras, o nos llaman la atención, algunas para bien, otras directamente nos parecen curiosas.
De movida cuando te presentan a una mujer, le das un beso y automáticamente te hace un quiebre de cogote, retira hacia atrás la cabeza, gira un cuarto de vuelta hacia el otro lado y mete devuelta cogote. Este movimiento veloz e instantáneo, no es ni más ni menos que para que le des otro beso en la otra mejilla, obviamente, es así como saludan las mujeres acá. Por lo general cuando termina de hacer el movimiento, uno la dejó ahí parada y saludó a la persona de al lado. Y ya está, quedaste como el culo. Entre los hombres nos damos la mano, a menos que te encuentres a un argentino. Nos pasó un día que fuimos a un bar argentino a ver el partido de Boca-River (la mayoría de ustedes saben acerca de mi poco interés hacia el fútbol, salvo el mundial, pero bueno, qué iba a hacer? A parte me gustó reencontrarme con un chopp que decía “Quilmes”), y ahí afuera, cuando fuimos a saludar al dueño que ya conocía a uno de los pibes, por ser argentino nos da un beso, pero al ser un argentino exiliado en España, al toque mete quiebre de cogote, giro de cabeza y nos encaja otro del otro lado. Ahí nomás pensas: mmmmm no flaco, todo bien que te acostumbraste al beso con las damas españolas pero me parece que no, entre hombres alcanza con uno solo. De todos modos, hay un análisis muy inteligente y por demás de gracioso acerca de esta costumbre que hizo el gran escritor Casciari, de eso me acordaba cuando pasó lo de los besos con los argentinos.


Hay algunas otras costumbres raras. Al subir a las escaleras mecánicas, el que no tiene apuro se para a la derecha y se deja llevar, y el que tiene apuro va por la izquierda corriendo. Esto es automático, instantáneo. Y es genial, por qué no podemos hacerlo en Buenos Aires? Es una muestra de educación, respeto y organización, sobre todo. Punto para los gallegos. Y después no sé, huevadas, cuando vas a un bar o un café te apuran, “qué te pongo?” te dicen, para preguntar qué vas a comer o tomar y cuando pagás te dan el vuelto en un platito. Eso sí que no lo entiendo. Siempre, te ponen un platito, y el vuelto encima. No sé qué onda. Después, los baños tienen la tecla de la luz afuera. Eso no es ni bueno ni malo, pero uno, acostumbrado allá, se mete en el baño, cierra la puerta y no ve una mierda, tantea y tantea la pared y bueno, después recuerda lo de la tecla afuera, al ladito de la puerta. 

Hay más cosas, pero creo que me colgué y ya escribí demasiado. Sólo una más quiero destacar. Un día iba charlando con unos flacos re copados en el metro y me preguntaron “qué no te gusta de Madrid?”, y yo después de pensarlo un rato les dije esto: hay algo que no me gusta de España en general y es que no conocen los subtítulos. Eso es terrible. Uno puede pensar que es una pavada, pero te quiero ver, mirando a Dr.House y escucharlo, con voz de gallego diciendo, a los gritos “Pero qué coños sucede aquí!!” o mirando una película ochentosa de Van Damme, para apaliar una aburrida tarde de sábado y escucharlo decir “Dile a ese gilipollas (léase “gilipoias”) que no se saldrá con la suya!!”, con la misma voz de gallego que antes habló Dr. House. Dejate de joder, no les crees nada. Ni los Simpson tienen gracia en español. Esta pobre gente se crió sin haber escuchado nunca la verdadera voz de Al Pacino, ni la de Robert De Niro, ni la impresionante performance de Tom Hanks, haciendo de Viktor Navorsky  en La Terminal, hablando con su acento de Krakosia. Acá siempre los personajes hablan en español. Dicen coño, joder, vale, hombre, gilipollas, venga, tío…  Es por eso que ahora, en vez de ver la tele, leo libros que saco de la biblioteca (que también están en español, y no en castellano neutro como los de allá, pero por lo menos no los escucho, el acento se lo pongo yo).
En fin, esas son algunas pequeñas diferencias en el lenguaje y demás. Ojo, todo esto quizá suena a queja, pero nada que ver, realmente está bueno interactuar con culturas y dialectos nuevos. Es muy interesante y lo disfruto mucho.

 Venga, que sólo espero que no se me pegue mucho el acentillo español, hombre, que quedaría como un gilipollas…

jueves, 5 de mayo de 2011

Período de adaptación.

Para llegar al centro de Madrid desde el aeropuerto de Barajaste podés tomar un subte. Suena raro pero es así, de hecho es una de las pocas ciudades del mundo en donde uno puede darse este lujo. Cargás tu equipaje en unos carritos, igual que lo harías en Ezeiza, te dirigís hacia el andén del Metro (así es como le llaman acá al subte), sacás tu boleto en una máquina expendedora y salís hacia la parte de la ciudad que más lo desees, pudiendo elegir entre más de 200 estaciones que se reparten en 12 líneas, más las de metro ligero. El Metro de Madrid es realmente excepcional.

Eso fue lo que hicimos al llegar, tomamos el Metro hasta la estación Nuevos Ministerios, donde hicimos combinación con el “tren de cercanías”, también denominado “Renfe”, el cual nos llevó hasta el poblado de Collado Villalba. Una vez ahí, quedaba el último tramo, un autobús (un bondi, para los amigos) hasta la Urbanización Alta Vista, una especie de barrio residencial muy bonito, con sierras de fondo y calles empinadas en donde se encuentra nuestra casa. Cabe recordar, para el lector distraído, que todo este recorrido lo hicimos acarreando nuestras valijas, mochilas, equipaje de mano, instrumentos, equipos, la batería y hasta mi ukelele (no lo iba a dejar en Argentina, no?). Así que imagínense que la travesía no fue nada fácil, más si venís de un vuelo de 12 horas, y sin dormir andá a saber desde hace cuánto. De todos modos estuvo bueno  y destacamos la buena onda de la gente, que se llevaba por delante nuestros bartulos en el bondi, y nadie dijo ni mu, al contrario, las viejas te deseaban suerte al pasar y el colectivero nos acercó un par de cuadras de más para que no caminemos tanto.

Dos cuadras cuesta arriba desde la rotonda donde bajamos nos encontramos con  la casa. A pesar de que la habíamos visto en fotos, gracias a la tecnología del Google Maps, nos asombró ver que era más grande de lo que pensábamos. Dos pisos, 4 habitaciones, 2 baños, cocina, sala de estar y hasta fulbito y mesa de ping-pong.  Ni hablar de la pileta, que está tapada porque todavía no es época, pero está ahí. El barrio es por demás de tranquilo, no anda nadie y hay muchas casas de fin de semana, así que suponemos que más cerca del verano comenzará a haber más movimiento.
Estos primeros días lo pasamos bastante tiempo dentro de la casa, un poco porque, como es una casa de verano, había bastante por acomodar y limpiar, y otro porque nos tocaron casi todos días de lluvia. Otra cosa a la que nos dedicamos en este período de adaptación fue a realizar una serie de trámites como para comenzar a interactuar más con la sociedad. Por ejemplo, ayer fuimos a Madrid a comprar un abono que te permite viajar libremente  en cualquiera de los medios de transporte (metro, tren u ómnibus). Te dan una especie de carnet con tu foto y un boleto que pasas por el molinete. El abono abarca desde la ciudad de Madrid hasta la zona donde vivimos nosotros, a unos 40 km y te dura todo el mes, o sea, hasta el 31 de mayo. Luego nos fuimos a contratar un servicio de internet para la casa (como para cortar un poco la aislación del mundo por la que estamos pasando), que supuestamente  para este finde lo vamos a tener andando, y por último fuimos a comprar chips para los celulares, para estar comunicados entre nosotros y tener un número local de contacto.  Mañana vamos a recorrer un par de lugares en Madrid, salas en donde se realizan recitales y a contactarnos con un par de bandas como para empezar a armar la movida ya desde acá. El fin de semana pienso hacer un poco de turismo, ya anduvimos un poco por el centro, pero bueno, supongo que eso lo redactaré en alguna otra entrada.
Les dejo un par de fotos de la casa y demás, y un abrazo a la distancia…

Osco.








martes, 3 de mayo de 2011

Arribos, partidas...

(Esta entrada la tengo escrita desde que llegué, pero no pude tener acceso a internet hasta hoy, por eso, disculpen la demora)

Buenos Aires, jueves  28 de abril.

Ya está todo listo en la casa del Tano. Equipaje, equipaje de mano, instrumentos, papeles y pilas de discos de Mama Santa. Son las 4:30 am y ya nos podemos acostar un rato, para levantarnos cuando suene la alarma… a las 6 en punto.
Nos pasan a buscar un par de camionetitas de la empresa Taxi-Ezeiza y a las 7:30 estamos en el aeropuerto, embalando, pesando, desembalando porque nos pasamos de peso, redistribuyendo cosas, embalando otra vez… (este proceso se lleva a cabo unas cuantas veces). Finalmente a las 9 y pico de la mañana nos dirigimos a hacer el  check-in. Varios de nosotros no habíamos realizado nunca este trámite en nuestras vidas, por lo tanto, dimos un par de vueltas y a decir verdad, le complicamos la vida a la minita del mostrador, quien al último terminó “sugiriéndonos” que le demos dinámica a la cosa porque estábamos tardando mucho. La volvimos loca, pobre. 

Finalmente terminamos el trámite, vemos por última vez nuestro equipaje pesado, desfilando por las cintas transportadoras y nos disponemos ir a desayunar al McDonald’s del aeropuerto, con el Mono, Sil y una amiga, que ya habían llegado para despedirnos.
A las 11:30, luego de varias fotos, despedidas sensibles y visitas prolongadas al toilete de varios de los integrantes de Mama Santa (si se viaja liviano, se viaja mejor),  pasamos al sector de embarque,  se sellan los pasaportes, y nos disponemos a deambular por el Free Shop, hasta que luego de un instante ahí aparece una azafata, casi corriendo y medio a los gritos:

-Pasajeros de Air Europa del vuelo a Madrid?
-Así es, digo yo, canchero,  mientras degustaba una copa de Rutini en una degustación gratis que encontré por ahí.
-Vayan ya a la puerta 4!! Ya tienen que estar en el avión!!
Uh, the fuck, digo por lo bajo, les pego un chiflido a los pibes que estaban mucho más adentro y con Fito y el Gordo salimos corriendo hacia la bendita puerta 4. Entramos a los pedos por el túnel que conecta el andén con el avión, y ahí, paradita al lado de la puerta la veo a la misma minita que nos hizo el check-in en el mostrador, a la cual habíamos mareado un par de horas antes. “Les dije a las 11:30 en la puerta 4 chicos…” nos caga a pedos. Gracias, disculpen, le digo, y me despido de tierra firme ingresando al Airbus. Así empezamos…

Madrid, viernes 29 de abril.

Luego de 11 horas y media de viaje (menos de lo planeado) aterrizamos en el aeropuerto internacional de Barajas, en Madrid, a las 6 menos cuarto, hora local.  El vuelo estuvo bueno, mucho menos grave de lo que esperaba, no sé, parecía como si ya hubiera viajado alguna vez porque no me dio nervios ni nada. Gracias a Dios. La idea de dormir en el avión no se pudo llevar a cabo como hubiera querido, me dormí intermitentemente de a ratitos, los asientos se reclinan poco y es casi tan incómodo como dormir en el 57… no se si no es peor.  Hubo cena, tentempié y desayuno, raciones pequeñas desde ya, pero bien, no me puedo quejar. Hasta hubo mates, que nos convidó un sesentón italo-argentino que estaba sentado al lado nuestro. Muy amable, muy charlatán sobre todo, cosa que algunos caratulamos como “qué buena onda este hombre, que macanudo” y otros como “qué hijo de puta este viejo de mierda, por qué no se calla un rato así me puedo dormir”. Hablaba mucho de verdad.

El aeropuerto de Barajas es realmente gigantesco, un colectivo nos recogió al bajar del avión sobre la pista de aterrizaje, y nos llevó hasta la Terminal 1, en donde el Gordo, Luchi y yo, autodenominados “Los ile” (por nuestra situación de ser una especie de ilegales, en caso de querer vivir en España) nos despedimos de “Los comuni”, que son el resto, que ya tienen su pasaporte bordó, de la Comunidad Europea. En ocasiones también los he llamado “los putos” directamente, pero eso es solo de envidia.

En esta instancia es que llega el momento Rexona del viaje, que es nada más y nada menos que enfrentar al policía de inmigraciones, que te mira con cara de “tengo tu destino en mis frías manos” y te hace un par de preguntas referidas a los motivos de tu estancia, reservas de hotel, etc. Por suerte, como ya se imaginarán, pasamos todos joya, y al reencontrarnos junto a la cinta para recoger el equipaje, hubo un gesto muy por lo bajo de decir “la concha de la lora!! Lo logramos, comienza la gira!!”. Y eso es lo que realmente estaba sucediendo… comenzaba la gira, y nos dábamos cuenta de que, como dijo Cris McCandless en el libro Into  the wild “si querés algo, sólo tenés que estirar los brazos y alcanzarlo”. Y eso fue lo que hicimos y es por eso que estoy orgulloso de nosotros y agradecido con muchos de ustedes. Así empieza la gira Europa 2011.

Es sólo el comienzo…
Osco.

miércoles, 27 de abril de 2011

Todo listo para la partida...

Y llegó nomás el día de partida. Esta noche salgo para Capital, a juntarme con toda la muchachada allá, acomodar bolsos, distribuir pesos, quizá algún modesto brindis y mucho no dormir. Sobre el escritorio de casa todo listo para formar parte del equipaje de mano, la ropa y demás ya se fue el fin de semana (los que me vieron en estos últimos tres días notarán lo el sospechoso parecido entre los pantalones grises que estuve usando, como si fueran el mismo...).

En la mochila va el pasaporte, auriculares, algún libro, registro de conducir internacional, entre otras cosas, y en la memoria me llevo un par de despedidas con amigos y familia, otro par con la banda, varios abrazos fraternos, una carta con letra de nene, besos con alguna lagrimita y muchos buenos augurios para lo que vendrá. "La esencia del espíritu del hombre proviene de las nuevas experiencias" leí por ahí alguna vez, y nada mejor que un viaje para hallarse con algunas de ellas. Allá voy, allá vamos a encontrarnos con un montón de cosas nuevas y a encontrarnos también con nosotros mismos, del otro lado.

Gracias viejo, vieja, Pao y Mono por bancarnos en ésta, que es grande.

Gracias Sil, mi amor, por ser quien sos.

Arrivederci.

Osco.

jueves, 21 de abril de 2011

Primer entrada...

Acá arranca la cosa. He creado este blog en base a una idea que le tomé prestada a mi amigo el Tano, para compartir experiencias, pensamientos, andanzas y boludeces varias con mi gente, durante el viaje que emprenderé con la banda el próximo jueves hacia el viejo continente. Si bien es un blog, no esperen encontrarse con un blogger,  y con un escritor mucho menos. Solamente soy yo, ejercitando un poco la narrativa (muy dejada de lado desde hace bastante) y manteniendo informados a todos los que así deseen encontrarse sobre lo que acontezcá allá, muy lejos de nuestro acá de hoy.
El título, o mejor dicho la dirección del blog (inmytrip) refiere obviamente al viaje, pero desde el interior del mismo, desde mi perspectiva y es una especie de "un juego de palabras" con el nombre "In my tree" un tema de del disco "No Code" de Pearl Jam, una de mis bandas preferidas... y surgió de una larga conversación via "chat de facebook" con mi amigo personal Piter (no se realmente por qué hago esta aclaración, pero bueno, esto es un blog y hay que escribir en él). Piter, ahí tenés.

Con esto me despido hasta la próxima entrada, que seguramente será horas antes de partir.

Arrivederci!!